La bebé inglesa

Me topé recientemente con una nota que le dejó mi mamá a mi abuelita un fin de semana que se ausentó cuando tenía yo 10 meses.  Hay varias cosas que me asombran y algunas más que me duelen.  Ya me había contado mi mamá que antes se introducían muchos alimentos antes de los 6 meses y se acostumbraba dar té a los bebés para saciar su sed.

A mi tan pronto despertaba me daban 3 onzas de té con 3 onzas de leche clavel (¿qué?), una cucharadita de cereal de avena y un chorrito de miel. (espero que haya sido karo por el peligro, ahora conocido, de contraer botulismo por el consumo temprano de miel de abeja).

Asumo que ya no me amamantaba; aparecen en mi horario dos biberones de leche sin especificar las onzas, adicionados con cereal de arroz.  Se me daban antes de dormir, seguramente para que me cayeran pesados y no despertara seguido o muy pronto.

Estos horarios que ahora me parecen descabellados, tanto por lo que he aprendido de lactancia materna, apego y alimentación infantil, aún son recomendados por muchos pediatras de la vieja y nueva guardia.  Y algo que he entendido recientemente también es que los pediatras tienen poca o nula educación en nutrición infantil a menos de que hayan hecho algún diplomado o especialidad al respecto.

Lo que quiero decir es que no deberíamos preguntarle a un pediatra qué darle de comer a nuestros bebés sino darle ese trabajo a un nutriólogo. O podríamos exigir que nuestros pediatras tuvieran capacitación sí o sí de lactancia materna y alimentación del lactante y del niño.

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Entrando en las partes dolorosas, no se me deja de encoger el corazón cuando leo las palabras: “se le deja en la cuna con su biberón de té para que se duerma. Si se termina el té y sigue llorando lo más probable es que tenga sed y quiera más té.” O tal vez quiera ver a su mamá o que la carguen o que la consuelen…

Todos los papás hacemos lo mejor que podemos con las herramientas que tenemos a la mano. Recientemente en el diplomado que curso de lactancia materna y salud mental nos sugerían analizar nuestra propia historia: ¿fuimos amamantados? ¿cuánto tiempo? ¿cómo se sentía nuestra mamá al hacerlo? ¿cuál era el contexto? ¿cómo nos sentimos nosotros cuando se nos habla de ello?  A veces es doloroso siquiera acercarse a averiguar. Yo me acerco a tientas con estos trocitos de información.  Poco a poco iré formando mi historia.

-Goretti.

 

 

Papá portea

Todos los nuevos papás podemos atestiguarlo; las primeras semanas son las más retadoras. Por más que nos hayan enseñado, platicado, ejemplificado de qué se trata tener a un bebé, no conseguimos entenderlo hasta estar inmersos en esos primeros días.

Y en ese remolino de nuevas vivencias, emociones y desveladas, papá puede sentirse relegado. Esto es especialmente cierto cuando la nueva mamá ha decidido amamantar. La díada mamá – bebé es tan única y mamá pasa tanto tiempo amamantando al nuevo miembro que papá no encuentra su lugar.

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El primer consejo para el nuevo papá es atender a su pareja. ¿Cómo puedo participar en esos primeros días? Sé el cuidador de ese nuevo par: provee de comida y sobre todo AGUA, a tu mujer; ayuda con las labores del hogar en la medida de lo posible para que ella descanse cuando el bebé lo haga y no se estrese por cosas que no lo ameriten.

Y una vez que las necesidades básicas de tu pareja estén cubiertas, portea. Portear a tu bebé ayuda a crear ese vínculo que la mujer desarrolla con su cría por medio de la lactancia a través del constante contacto e interacción. Portear contribuye a que conozcas a tu bebé y entiendas su lenguaje y comportamiento. Y tu bebé te conocerá también.

La sensación de tener a tu bebé en tus brazos y que él se sienta tranquilo y a salvo es incomparable.

¡Inténtalo! y platicamos.

-Goretti

 

Mi bebé no me ve

Cuando tuve a mi primer hija, hace 14 años ya; amamantar era la mar de aburrido. Para empezar mis papás eran muy tradicionales, cosa que ha (¿he?) cambiado y “tenía” que irme a mi cuarto (en la casa familiar) para amamantar. Como muchas saben, amamantar y leer un libro en los primeros días es difícil porque hay que trabajar en tener un buen enganche y además en mi cuarto no había televisión.

No le echo la culpa a esto del fracaso de mi lactancia PEEEERO qué diferencia es amamantar cuando tienes un teléfono inteligente. Ahora, una cosa es que el tiempo que una nueva mamá pasa amamantando es mucho y el tener un tipo de entretenimiento lo hace más llevadero. Otra es siempre estar al teléfono cuando se amamanta, de tal manera que no se conectan nunca, o rara vez, las miradas de mamá y bebé en las sesiones.

Yo que me dedico a enseñarles a los padres cómo utilizar un cargador para llegar a conocer a su bebé de manera íntima. Cómo lograr un buen enganche para que su lactancia sea exitosa.  Poniendo siempre en primer lugar el contacto, siempre el contacto. Sin quererlo caí en la costumbre de consultar mi teléfono, casi siempre, al amamantar a mi tercera hija.

Como mamá emprendedora con negocio en línea fue muy fácil caer en la rutina de estar surtiendo pedidos, contestando dudas, arreglando inventarios, mientras amamantaba.  Era un tiempo libre, que pensaba estar utilizando sabiamente. Craso error. Acababa de leer un excelente artículo de Ibone Olza, ensalzando el contacto sobre cualquier otra experiencia al amamantar y me di cuenta en la siguiente sesión de amamantamiento: Mi hija no me veía, y no sólo eso; si notaba que yo la veía intensamente volteaba su cara como diciendo: ¿qué se trae mamá?. Tan extraña era para ella la experiencia.

Estar y no estar. Ser alimento y sólo eso. Devastador.

¿Qué hacer? En ese entonces mi niña no hablaba y decidí entonces, que cuando amamantara, iba a hablarle, a tocar su cara, a acariciar su cabello. Fue gradual, pero poco a poco volvimos a conectar.

Y ahora cuando reviso mi celular toco base para no perderme estas oportunidades de contacto en las que creo y además promuevo.

-Goretti